Se encuentra en el Borne barcelonés en un antiguo convento agustino y la verdad es que no me dí cuenta de que el día de mi visita coincidió con la víspera del día de la Mona en Barcelona. Como en un anexo del edificio está el obrador del gremio de pasteleros de Barcelona, se organizan talleres para niños, creo que les enseñan a elaborar una mona sencilla, y el Museo parecía un colegio en un festival de final de curso.
Estos son los originales tickets de entrada al Museo... chocolatinas. |
El Museo aunque no está muy bien iluminado ni lo renuevan lo suficiente tiene algunos utensilios muy curiosos y te ayuda a repasar los orígenes y la historia del chocolate, aunque como yo me distraigo haciendo fotografías, tengo que informarme a posteriori de todo lo que me interesa y ahora para que sirva de sostén a las imágenes voy a empacharos un poquito…con chocolate y con dulzura…
Todos los historiadores coinciden en que la primera noticia del uso humano de este producto fue en México y las primeras veces que se consumió fue como una especie de cerveza de chocolate, o sea que se utilizó como base la fermentación de la pulpa de los granos de cacao. Lo consumían mezclado con chile y lo consideraban una bebida tonificante. La mezcla debía saber un tanto extraña pero tendría que ser muy difícil de obtener porque los que más la apreciaban eran los reyes y además se usaron las semillas de cacao como moneda corriente para el comercio.
A Europa lo trajo Hernán Cortés y al probar el chocolate que hacían los aztecas lo describió diciendo: “Cuando uno lo bebe, puede viajar toda una jornada sin cansarse y sin tener necesidad de alimentarse” y un dato muy curioso es que las mujeres de la realeza española se escondían para comérselo y eso que de momento no se había mezclado nunca con el azúcar. El detalle de cómo y cuándo ocurrió ese enlace que resiste al tiempo entre chocolate y azúcar, no está muy claro, lo que sí se da por sentado es que fueron las órdenes religiosas quienes lo probaron y en el caso de Europa parece que fueron los religiosos del Monasterio de Piedra en Zaragoza.
Se extiende por todo el mundo aunque de momento se considera un alimento o una medicina y todavía se vende en droguerías o farmacias. Luego en vez de mezclarse con agua empezó a mezclarse con leche, con canela, con frutos secos pero nunca se usaba en pasteles ni dulces, solamente se bebía, hasta que hubo un momento en que los cerveceros ingleses para proteger su negocio pidieron que se dictaran leyes para limitar la fabricación de chocolate. Otros listillos le añadieron almidón para que rindiera más, e incluso también se llegó a añadir una pizca de ladrillo rojo pulverizado para subirle el color…cosas del siglo XVIII.
Estos moldes de metal antiguos son de los detalles más bonitos que se pueden ver en el Museo, atractivos por sus brillos y curiosos porque están grabados a la inversa claro !!! |
En el siglo siguiente el chocolate se transforma, tanto su forma de fabricarse como la forma de consumirse, en Turín lo solidifican y no sé si fue queriendo o sin querer, pero crean las primeras tabletas de chocolate, en Suiza crean la primera fábrica de chocolate (que seguro que no se parecería mucho a la ideada por Tim Burton en su genial película de homenaje a este alimento), otro italiano inventa los bombones y de nuevo los suizos le añaden leche y crean el riquísimo chocolate con leche. Hoy en día la mayoría de chocolate que se consume suele contener vainilla para darle aroma y lecitina de soja para mejorar la textura aunque no superan entre los dos el 1%.
Dicen que para apreciar todas las características del chocolate se tienen que usar los cinco sentidos, viendo su color, el tacto al partirlo tiene que ser firme y nada pegajoso, el sonido seco y quebradizo y por supuesto el olfato y el gusto amargo con un punto de acidez y de dulzor.
Una imagen vale más que mil palabras !!! |
Y si además de estar bueno tiene beneficios para la salud se merece mucho más que un Museo. Lo que está científicamente demostrado es que disminuye la presión arterial, es bueno para la circulación, elimina la tos y tiene efectos psicotrópicos porque contiene sustancias naturales presentes en el cuerpo humano que provocan sensaciones placenteras y refuerzan el sistema inmune. Todavía está en pañales la investigación de sus efectos en el cerebro porque se necesitan estudios muy amplios para sacar conclusiones pero parece seguro que aumenta la actividad cerebral porque los flavonoides del cacao aumentan la cantidad de sangre que le llega al cerebro, y eso podría retrasar el ocaso de la función cerebral o envejecimiento. Deberíamos pedir a los fabricantes de chocolate que por favor no les quiten los flavonoides y los sustituyan por endulzantes y grasas, porque el sabor amargo del chocolate nos encanta, y si nos ayuda a mantenernos jóvenes todavía más.
Como un pequeño inconveniente, el chocolate nos aporta unas cuantas calorías y una pizquita de plomo…...pero ¿qué importa si es una pizquita de nada?
La tienda del Museo con un gran huevo de chocolate y un festival de colores |
Si queréis probar una minidosis de chocolate y alegraros un poquito la vida hay una cafetería en la entrada del Museo en la que sirven mini tacitas de chocolate, aunque también las tienen grandes para momentos muy malos.
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